sábado, 11 de julio de 2009

Actualidad Económica

Luego de la derrota política del oficialismo en las últimas elecciones, vienen produciéndose cambios en la estructura del elenco gobernante de manera vertiginosa. Modificaciones y renuncias que van produciéndose sin solución de continuidad, y nadie tiene muy en claro el verdadero sentido de los cambios, y mucho menos su efectividad.
La convocatoria al diálogo formulada por la presidenta de la Nación a pocas horas de haber producido lo que se dio en llamar, muy justamente, el enroque de funcionarios, se parece bastante a anteriores llamados a la institucionalidad o también a la denominada transversalidad . Es decir, si convierte en una intrascendente demanda para lograr un aporte que decididamente será rechazado por cuanto la estructura absolutamente maniquea y descalificatoria asumida desde sus comienzos por el matrimonio Kirchner no tiene, en nuestra modesta opinión, posibilidad de retorno. El diálogo es una actividad normal en una democracia que más o menos se precie. Que un gobierno se hubiera sostenido sin él a lo largo de 6 largos años es bastante más que llamativo. Por lo demás, debemos decir que lamentablemente estos llamados a diálogos nos recuerdan los tristemente célebres llamados que hacían los gobernantes de facto durante los regímenes militares.
Creemos, un poco filosóficamente, que hay personas en el mundo con las que el diálogo es imposible en cualquier frente que sea. Por diversas razones. Puede ser cerrazón ideológica, capricho, maniqueísmo o ese simple sentimiento de omnipotencia que pone al gobernante en propiedad de la ética y el patriotismo. Y estamos convencidos de que entre tales personas está, sin duda, el matrimonio Kirchner. ¿Qué otra cosa puede caberle al resto del arco político sino la diatriba, la descalificación, el insulto y hasta la acusación bastarda de golpismo?
Una persona que asume cada discurso político como una especie de sermón desde un púlpito desde donde le dice no ya a los argentinos, sino al mundo entero , dónde están las bondades y las maldades de los seres humanos, y del lado de quién habrán de estar para pasar a ser lo elegidos, es una persona que no está en condiciones de dialogar. Absolutamente no.
Por lo tanto decimos esto antes de tirar algunas cifras y observar algunas realidades económicas, con el objeto de poner primero los jugadores en la cancha para luego introducir la pelota.
Ahora introduzcamos pues, la pelota.
El ministro de economía de facto es, sin duda ninguna y dicho por todo el mundo, Néstor Kirchner. Por lo tanto todo cambio en ese ministerio no es más que un revoque absurdo e inconsistente que no puede provocar sino desazón. Agreguemos además que no se trata siquiera de no tener un ministro de economía, o de tenerlo y que éste sea más o menos bueno, más o menos eficiente. Se trata de que tenemos un ministro de economía de facto que no tiene la menor idea del manejo de la economía, que es como tener al frente de una operación a corazón abierto a un carpintero o a un dentista (sin pretender despreciar tales nobles oficios, o cualesquiera otros). No es que tenemos a alguien cuyas ideas no compartimos, sino que tenemos a alguien que no sabe un carámbano y se mete y decide todo, provocando los desastres que ha provocado en tan poco tiempo.
La figura de Guillermo Moreno es la demostración palpable de esta patética caricatura. Moreno es un patotero inimputable colocado en esa función por el ministro de economía de facto y sostenido en ese cargo para dibujar índices, decir guarangadas, apretar gente, mostrar armas y asegurar, cual estúpido representante del machismo más infantil, (dentro de un gobierno cuya presidenta confunde género con sexo y pretende utilizar un lenguaje sexista que intenta abolir ridículamente el nombre epiceno), que él la tiene más grande.
¿Cómo va a hacer el país para mantener el volumen de recaudación para hacer frente a las obligaciones y mantener un cierto crecimiento del PBI? ¿Cuál será la política a seguir?
La verdad es que en estos momentos no lo sabemos. Existen indicios claros a partir de lo ocurrido hasta ahora. Resolución 125 sobre retenciones, modificación del régimen de afiliación al sistema jubilatorio primero y apropiación de los fondos de las AFJP después, blanqueo generoso y amplio de capitales y moratorias impositiva y previsional, no devolución de impuestos a exportadores con argumentos triviales e insostenibles para mejorar la recaudación mediante ardides morenistas, etc.
Hoy en día se suceden toda clase de rumores respecto de aumentos de encajes bancarios para que el gobierno pueda tomar fondos, traspaso de utilidades del Banco Central, intento de gravar determinadas operaciones financieras, y un sin número de etcéteras tales como ajustes de tarifas, eliminación de subsidios, sostenimiento de la prohibición de ajustar por inflación balances de empresas para cobrar impuesto a las ganancias sobre utilidades inflacionarias (es decir, ficticias) etc.
Desde algunos organismos internacionales se ha mencionado nuevamente la posibilidad de un default. Esencialmente porque si bien la situación no es dramática todavía, nadie tiene muy en claro de dónde se obtendrán los fondos para afrontar los vencimientos de deuda que de aquí a fin de año significan unos 13.500 millones de dólares.
Se habla de vender las acciones en poder de la ANSES luego de la apropiación. Esos serían unos 2.500 millones de dólares. También de cerrar más y más importaciones para generar superávit comercial a costa de la parálisis tecnológica e industrial y finalmente el deterioro de exportaciones, y, en general, los elementos que comentamos más arriba: más impuestos, obligaciones de prestar a los bancos, etc. Y la frutilla de la torta, claro está: la devaluación. A la cual hay que decirlo se le opone una cierta rigurosidad monetaria por parte del Banco Central. Con lo cual no sería de extrañar que en el corto plazo tengamos también allí un cambio de guardia.
En este marco de la situación se intenta un diálogo en el cual se ofrece por ejemplo volver a reunirse con las entidades agropecuarias pero no para hablar de retenciones. Si tomamos este tema a guisa de ejemplo podemos colegir que cualquier reunión que se haga con políticos opositores será para hablar de determinados temas, y no de todos. No, por ejemplo, de este tema de las retenciones. En otras palabras, el matrimonio gobernante dictará la agenta.
¿Será entonces un diálogo? ¿O será más bien como esas penosas conferencias de prensa a las que tanto miedo les tiene el matrimonio presidencial donde se pregunta y no se repregunta y donde el presidente de facto puede llegar a responderle a un movilero a vos te manda De Narváez así que no te contesto?
Estamos ante una encrucijada de proporciones. La Argentina no existe hoy casi en el mundo. La producción agroindustrial ha venido descendiendo de manera estrepitosa, por decisiones políticas y por factores climáticos. La insólita alusión a El Calafate de parte de la señora presidenta en punto a lugares donde el oficialismo había ganado las elecciones cuando en realidad debería haber asumido la derrota y felicitar a los ganadores es de una elocuencia estremecedora. Esta gente no está en condiciones de dialogar y lo decimos con todas las letras.
Ni la señora, ni su esposo están en condiciones de dialogar con nadie. NI siquiera con un movilero de un canal de televisión, a menos que se trate de un programa cómico que se especializa en bajar línea descaradamente. Esta es la verdad de a puño. O sea que salvo que una especie de nube milagrosa descienda de los cielos y arrime un poco de cordura allí donde no parece haberla habido nunca, no habrá diálogo.
Pero no queremos terminar esto únicamente con la pálida. Digamos entonces también qué vemos respecto del futuro cercano. El matrimonio presidencial se verá presionado por la situación, en especial se verá presionado por los propios compañeros de ruta. Serán los propios justicialistas los que exigirán cambios, arreglos, cordura.
Y la cuestión no habrá de demorarse. Para que las cosas empiecen a funcionar no puede pasar mucho tiempo.
Por ahora, los retoques gatopardistas pueden ser una especie de intento de patear para adelante. Pero el viento viene en contra y la pelota no tardará en detenerse.
Estamos, reiteramos, en una encrucijada de enormes proporciones. Una encrucijada que interpretamos como final.
Esperemos que el país tome el camino correcto. No habrá mucho tiempo para hacerlo.
Fuente: Estudio Trillo

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